Ellas viajaban hasta el estado de Sonora para recoger pequeños cargamentos, pasarlos por las garitas de Arizona y después volar de regreso a Alaska. Les pagaban en efectivo o con narcóticos. Hubo un incidente en el que “una mula' estadounidense fue baleada por una diferencia con el cartel.

Para tratar de borrar su rastro, adquirían los boletos de avión usando tarjetas de debido prepagadas. Al llegar a la guarida del cartel, los transportistas se hospedaban en hoteles, siempre vigilados por la gente de Báez Guevara, quien les advertían que habría consecuencias si le robaban o denunciaban. Eso ocurrió en Nogales, Sonora, el 28 de noviembre de 2016, cuando un ciudadano estadounidense fue herido de bala “en represalia por un desacuerdo” sobre el trasiego de narcóticos, detalla la acusación.


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