La Facultad de Medicina de la Universidad de Boston ha llevado a cabo el estudio más grande de la historia en este ámbito, con 2.000 participantes.

Decir que el ejercicio físico es bueno para la salud es repetirse más que el ajo. Sin embargo, existían ciertas dudas al respecto sobre la relación entre el tipo de ejercicio y la mejora física que conllevaba. Estas dudas no podían resolverse por la falta de datos, pero una serie de investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Boston, en Estado Unidos, han llevado a cabo el estudio más grande de la historia en este ámbito, con 2.000 participantes.

Las actividades intensas

El estudio se ha publicado en la revista European Heart Journal, y en él se descubrieron varias conclusiones muy interesantes. La primera de todas era que el ejercicio intenso era más beneficioso que la actividad ligera. Es decir, llevar a cabo una sesión intensa en el gimnasio, por ejemplo, es tres veces más efectivo para mejorar el estado físico que caminar 10.000 pasos diarios, por ejemplo. 

Las actividades ligeras

Queda claro entonces que le actividad intensa es más beneficiosa para el cuerpo humano, pero eso no significa que las ligeras dejen de ser importantes. "Nuestro estudio confirmó que la actividad ligera también mejora el estado físico. Y esto es especialmente importante para las personas mayores o para las personas que tienen condiciones médicas que les impiden realizar actividades más intensas", según Matthew Nayor, director de la investigación, en un artículo publicado por la Universidad de Boston y el Foro Económico Mundial.

Para poder distinguir el ejercicio ligero del intenso, tenemos que fijarnos en los siguientes parámetros: caminar de 60 a 99 pasos por minuto es una actividad ligera. Si estos índices aumentan entre 100 y 129, entonces pasa a ser un ejercicio moderado, y si sube por encima de los 130, entonces ya es ejercicio intenso. 

El sedentarismo

Otra de las premisas que se quería investigar era si se podía compensar la vida sedentaria en la oficina con un sobreesfuerzo al salir del trabajo. O bien al revés, es decir, cómo afectaba que una persona hiciese trabajo físico durante el trabajo, pero que al llegar a casa prácticamente no se moviera del sofá. La conclusión que se extrajo fue que se podía compensar el daño físico de un estilo de vida sedentario durante la matoría del día si se aumentaba la cantidad de actividad física en algún otro momento de la jornada. 

Otro de los aspectos investigados fue en qué medida afectaba a una persona el cambio de hábitos a lo largo de la vida. Es decir, si hace unos años hacías mucho deporte y ahora llevas una vida completamente sedentaria,¿cómo le afecta a tu cuerpo? "Descubrimos que los participantes con altas tasas de actividad al principio, pero bajos niveles de actividad unos 8 años después, tenían niveles equivalentes de aptitud física. Esto sugiere que quizás haya un 'efecto memoria' de actividades físicas pasadas que se reflejan en el actual índice de aptitud física", según Nayor.

Por lo tanto, las cuatro conclusiones a las que llegaron fueron:

  • La actividad física intensa beneficiaba más que la ligera.
  • La actividad ligera, aunque fuese menos efectiva, sigue siendo importante y necesaria. 
  • Se podía compensar el trabajo sedentario con el sobreesfuerzo físico en el tiempo libre.
  • El cuerpo tiene efecto memoria, por lo que si antes eras muy deportista y ahora llevas una vida sedentaria, seguirás teniendo aptitudes para el deporte. 
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Fuente: mundodeportivo.com