Cada día ocurre con más frecuencia el simple hecho de personas con sobrada capacidad económica que se van del hospital sin pagar los honorarios médicos

Prácticamente nunca se abordan de forma pública las características intrínsecas del ejercicio médico privado por muchas razones, pero destaco la que pareciera contener un asunto vergonzoso.

Los médicos que ejercemos la noble profesión en ese ámbito tenemos muchos puntos de vista que dependen de factores relacionados al estilo de la relación con nuestras pacientes que son tantos como personas; pero lo que es un hecho es que se trata de una forma de ejercer la profesión por completo legítima.

Por supuesto, existen colegas francamente abusivos e incluso ladrones, que son capaces de inventar diagnósticos con la única finalidad de cobrar, pero por supuesto eso no es el común denominador. La mayoría ofrecemos nuestro servicio de manera abierta y nos comportamos dentro de los lineamientos éticos aceptables para cualquier sociedad de éste nivel de desarrollo.

Los mensajes gubernamentales recientes son contradictorios (no tanto como el que están enviando a la comunidad científica tratándolos como delincuencia organizada), pero nos ven como un producto de la ineficacia de la medicina pública y, por supuesto, en cierta medida, eso es cierto. La creciente incapacidad de los organismos como el IMSS o el ISSSTE está compensada parcialmente por los médicos de las farmacias que reciben salarios irrisorios o de plano propinas equivalentes a la que se le otorga al “viene-viene”, contra lo cual, por cierto, la actual administración federal no ha hecho absolutamente nada.

Ese escenario es, por completo, indeseable, se trata de un enorme grupo de médicos recién egresados de las escuelas de medicina, carentes de la mínima experiencia para trabajar sin supervisión y a quienes emplean los dueños de las cadenas farmacéuticas o los de supermercados, prácticamente para firmar las recetas de quienes demandan antibióticos, con el mezquino objetivo de mantener las ventas de ese grupo de fármacos.

El efecto que la 4T no esperaba es que la gente ahora acude a dicha consulta porque ahí la tratan mejor que en sus cada día mas limitadas y pulgosas instituciones. Por otro lado estamos quienes ejercemos en los centros privados de alta especialidad, con todos los elementos diagnósticos y terapéuticos a la mano, pero por supuesto con costos elevados; lo cual no significa que debamos ejercer nuestra labor cada día mas desprotegidos como está ocurriendo.

Aprovechando la mala fama impulsada por el gobierno federal, cada día ocurre con más frecuencia el simple hecho de personas con sobrada capacidad económica que se van del hospital sin pagar los honorarios médicos, es decir, robando el producto de nuestro trabajo legítimamente ganado y por supuesto no tenemos autoridad a la cual podamos acudir. En múltiples ocasiones he regalado mi trabajo a personas de escasos recursos por decisión propia, y no me arrepiento, por el contrario, me causa una satisfacción especial, pero cuando te roban a la mala y en la indefensión más absoluta, el asunto deja un sabor de boca francamente rancio.

  • Eso sí, cuando los altos mandos del gobierno federal se enferman, acuden con nosotros, por supuesto pagan puntualmente y se comportan de forma ejemplar con todos y todas las trabajadoras de la salud.

Mientras se termina el sexenio, espero que no articulen alguna andanada como la que ahora tienen contra la comunidad científica, con la cual, por supuesto, me solidarizo absolutamente y espero que no termine en nada importante. Ya está vista la incapacidad de los equipos de abogados de la Cuarta Transformación.


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