Fragmentos del discurso que el padre Flavian Mucci pronunció en el 17º. Banquete del Amor, en mayo de 2014

“Tengo muchos años de vivir aquí en El Salvador, he visto muchas cosas, bueno malo y feo, feos los problemas que tenemos todavía, desorden, maras, falta de paz, falta poner el lema en práctica, “Dios, Unión y Libertad”.

“El primero de abril de este año (2014) cumplí 50 años de estar viviendo en su país. Gracias por aceptarme como parte de su familia. Me siento muy orgulloso de ser salvadoreño. Dios me ha bendecido de una manera muy especial, porque soy gringo también y estoy muy agradecido de mi pueblo, de los Estados Unidos, de lo que ellos hacen para estos países de El Salvador y Centroamérica.

El Salvador es un gran país. Me enamoré de este pueblo. He disfrutado mucho mi vida sacerdotal. En ningún momento estuve arrepentido. Puse todo en las manos de Dios.

La verdad es que he dado mucho, pero he recibido mucho más. Así es la orden del Señor.

Salí de mi casa a los 17 años cuando fui a un seminario y hasta ahí con mi familia. Era muy joven; sin embargo, tengo muchos recuerdos de mis hermanos y hermanas. Mi mamá era la primera que se levantaba en la mañana. Ella preparaba todo para mi papá y mis hermanos. Éramos cinco hermanos que íbamos al colegio. Mi mamá era la última en acostarse las noches, tenía que apagar las luces, el gas, ver las puertas, las ventanas y un montón de listas antes de poder acostarse. No hay escuelas para madres. Ellas tienen que aprender rápido; sin embargo, la mamá es la abogada, la maestra, la esposa, el juez, el médico, el sereno, la cocinera, la policía, el chofer, el vigilante, el árbitro y un montón más. Tiene un montón de papeles y queremos todo a la perfección. Ese colegio más importante del alumno que somos los hijos es complicado porque se forma el carácter, nos enseña no solamente cómo ganar, también cómo vivir en ese colegio en 24 horas sin descansar. Es directora, consejera, maestra, al final tiene que limpiar el colegio, todo sin libros, sin métodos, sin escuela.

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Dicen que Dios no sólo nos da la misión, también nos da ángeles que nos ayudan a cumplir esa misión. Este año quisiera recordar uno de esos grandes ángeles, el arquitecto Eduardo (Chele) Gavidia, uno de mis primeros consejeros, el primer amigo, el primer hermanos, fue en el años de 1968 que yo me estaba preparando para hacer las Aldeas Infantiles y necesitaba un arquitecto,y me preguntó ¿Qué tipo de arquitecto? Yo dije: Bonito y barato, eso es todo lo que quiero.

Desde 1968 este arquitecto ha construido un montón de cosas para las Aldeas Infantiles y Ágape de El Salvador, la de Sonsonate, la de Santa Tecla y la de Santa Ana y todas las obras de Ágape en todo el país, a él le tocó pagar para los planos, vino a Sonsonate semanalmente a ver la obra, aún poniendo sus materiales propios, él murió de cáncer el 3 de febrero de este año y estoy seguro que está en el cielo porque yo le he dado suficiente trabajo para entrar, solo que él no me cobró, él entró y está dando gracias a Dios que me conoció a mi y gracias a Dios que él hizo lo que hizo, trabajó gratis jamás me pidió ni cinco centavos. Me hace mucha falta y estoy seguro que él está en el cielo.
Hoy cumplimos todos el país El Salvador con todas las obras de Ágape, seguimos trabajando con ISO 9000, vamos a sistemas integrados, pero lo mejor no ha llegado todavía, yo estoy seguro que estamos acercándonos a lo mejor de Ágape.

Quiero también agradecer a todos los colaboradores, los patrocinadores que nunca nos dejan, siempre nos siguen, siempre con paciencia cuando les pedimos más ayuda.
Tengo muchos años de vivir aquí en El Salvador, he visto muchas cosas, bueno malo y feo, feos los problemas que tenemos todavía, desorden, maras, falta de paz, falta poner el lema en práctica, “Dios, Unión y Libertad”. Como repito todas las noches sufro con esos jóvenes que veo que van para la cárcel. Pero hay buenas noticias todavía Ágape está trabajando para controlar la violencia con los gobiernos locales, Ong’s, empresas en muchos pueblos estamos ahí, ustedes no están solos, tenemos expertos profesionales.

Ágape no es aquel proyecto que costó 18 mil colones todo el año, hoy estamos a 31 mil dólares diariamente, dando comida a los pobres en las calles y mucho más.

Ágape ya es un adulto de 36 años de experiencia, de luchar, de enseñar, de dirigir con muchos éxitos. Dios ama a El Salvador, nunca nos abandonará, es un Dios que nos escucha, escuchó a los israelitas en Egipto, abrió el mar para poder pasar al otro lado, es un Dios que escucha, un Dios de acción, un Dios de amor, un Dios de victoria, un Dios de Milagros, un Dios de Sí se puede.

San Vicente de Paul decía “El que enseña a los pobres no tiene porqué temer el juicio de Dios”. Eso es cierto para cada uno de nosotros.

Yo estoy a la puerta de los 80 años, estoy cansado, mi cuerpo está diciendo: “¡Flavián, cuidado!”; y cuando pienso en mi futuro, pienso en Puccini, el gran maestro de música, un italiano, él escribió la Boheme, Madame Butterfly y muchas obras más. En 1932 él tenía cáncer y estaba escribiendo su obra maestra, trabajó día y noche y todo mundo le decía — Puccini hay que descansar — y él decía — Sí, yo sé que voy a morir pero si no termino la obra mis amigos, mis hijos, sí lo harán.
En 1934 él murió dos años después, y no terminó la obra. Los discípulos estudiaron la obra. En 1936 Toscanini dirigió la obra, el decía hasta aquí el gran maestro Puccini y de repente empezó a terminar la obra, —ahora ustedes escucharán la terminación de la obra escrita por sus discípulos y empezó a tocar de nuevo, la gente lloraba.

Todos tenemos que terminar la obra que Cristo dejó en nuestras manos, así pues, hermanos,

“Voy a seguir creyendo aun cuando la gente no tenga esperanza;
voy a seguir dando amor, aunque otros siembren odio;
voy a seguir construyendo aun cuando otros destruyan;
voy a seguir hablando de paz aun en medio de la guerra;
voy a seguir iluminando aun en medio de la oscuridad…
y seguiré sembrando aunque otros pisen la cosecha
y seguiré gritando aun cuando otros callen;
dibujaré sonrisas en rostros con lágrimas,
transmitiré alivio cuando vea el dolor.
Amo a este país, confío en El Salvador, tengo mucha esperanza en El Salvador,
Cuenten conmigo, creen conmigo, siempre conmigo…”

Seguimos adelante pues, vamos a lograr la victoria, nuestro Dios es un Dios de Victoria, vamos a llegar a la meta sirviendo a nuestro Dios y a nuestra patria y cuando el padre dice Te Amo es porque ya se terminó, Te amo.

(Fragmentos del discurso que el padre Mucci pronunció en el 17º. Banquete del Amor, en mayo de 2014, que plasma gran parte de su vida, aspiraciones y legado en El Salvador y sigue teniendo vigencia más que nunca).


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