En Washington DC vuelven a prepararse para la posibilidad de que la administración federal deba suspender sus operaciones, en caso de que el Congreso no acuerde un plan presupuestario. Una contingencia que se hace cada vez más frecuente en la polarizada política estadounidense.

El gobierno federal tiene presupuesto para su funcionamiento hasta el 30 de septiembre. Y como no hay todavía un acuerdo en el Congreso para aprobar el financiamiento, la Casa Blanca avisó desde la semana pasada a las agencias federales que adopten planes de emergencia para un posible cierre de operaciones.

Se espera que este lunes, el Senado voto sobre el plan ya aprobado por la Cámara de Representantes, pero como este incluye un aumento del llamado 'techo' de la deuda (que no está vinculado con el financiamiento del gobierno federal) se da por descontado que será rechazado por la bancada republicana.

El siguiente paso sería aprobar el proyecto sin mención a la deuda para garantizar que el gobierno cuenta con recursos, algo que los republicanos han dicho que quieren lograr.

Si no hubiera acuerdo antes de la medianoche del 30 de septiembre, sería la primera vez que se produce un cierre de gobierno en medio de una declaración nacional de emergencia, la que rige actualmente a consecuencia de la pandemia del coronavirus.

La eventualidad del cierre por falta de fondos es diferente a la otra coyuntura que enfrenta el gobierno de tener que entrar en cesación de pagos si no se aumenta el techo de la deuda pública, otra tarea pendiente que tienen los congresistas pero para la que no cuentan con la ayuda de los republicanos, pese a que ese ha sido un tema que siempre contó con respaldo bipartidista.

El techo de la deuda es un mecanismo que limita el endeudamiento al que puede comprometerse el Tesoro y contrario a lo que circula en círculos conservadores, no busca aumentar la deuda sino que garantiza el pago de la deuda ya contraída.

Los preparativos del cierre

En cuanto a la posibilidad del cierre de operaciones, la Casa Blanca asegura que no da por descontando que vaya a producirse, sino que cumple con un mandato legal de poner en marcha planes de contingencia.

“Esperamos completamente que el Congreso trabaje de manera bipartidista para mantener abierto nuestro gobierno, llevar ayuda de desastre a los estadounidenses que la necesitan y evitar un catastrófico cese de pagos”, indicó en un comunicado el portavoz de la Oficina de Manejo Presupuestario (OMB) de la presidencia, Abdullah Hasan.

“Mientras tanto, el manejo prudente requiere que el gobierno planifique para la posibilidad de una falta de fondos. Consistentemente con prácticas de larga data a través de varias administraciones, la OMB está preparando para cualquier contingencia”, indica Hasan.

En el Congreso, senadores y representantes, tanto republicanos, como demócratas han asegurado que no dejarán sin fondos al gobierno y están enfrascados en negociaciones para llegar a un acuerdo.

El miércoles, la Cámara Baja aprobó un plan para financiar al gobierno hasta principios de diciembre, suspender el límite de la deuda federal y proporcionar ayuda para desastres y refugiados, estableciendo un seguro choque con los republicanos del Senado que se oponen al paquete a pesar de las perspectivas de una inminente crisis fiscal.

Estas serían algunas consecuencias si se llegara a otro cierre del gobierno federal:

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