A la cruz que le tiene puesta Laporta se une el distanciamiento de los capitanes por el discurso del pasado miércoles. Ningún estamento le apoya.

Koeman mira con atención el reloj de arena. Sabe que su tiempo en el Barça se acaba, pero la agonía es larga. Laporta le dio la espalda hace meses. Nunca le sintió su entrenador, jugueteó con él en verano pero no encontró sustituto y, ahora, hace lo mismo. Le aguanta en el cargo porque persigue un sustituto creíble, con jerarquía suficiente para que no quede en evidencia con el cambio. A su distanciamiento con Laporta se ha unido el tirón de orejas de los capitanes después del partido de Cádiz. Koeman no ha tenido una mala relación con ellos en estos 13 meses que lleva en el Barça, pero Piqué o Sergi Roberto no pueden comprar un discurso que no tenga que ver con ser campeón. "Yo no estoy aquí para ser segundo o tercero", dijo Piqué minutos después de que Sergi Roberto, firme, proclamase: "Somos el Barça y aquí el objetivo es ganar LaLiga".

Escudo/Bandera Barcelona

Expulsado por Del Cerro Grande, que estuvo tan desorientado como el holandés en Cádiz. Koeman vive estos días entre la incertidumbre, la indignación y la impotencia. Desconoce cuándo el club tomará la decisión final de destituirle, un escenario que considera injusto porque nadie, más allá de Mateu Alemany y Ramon Planes, parecen tener en consideración las cosas buenas, algunas, que ha hecho por el Barça en este año raspado que lleva en el banquillo. Pero Koeman también está impotente. Su discurso este miércoles, unido a su rueda de prensa después del partido ante el Granada y del planteamiento ante el Bayern, justifican la pérdida de crédito de club y afición.

En estas dos últimas semanas, se ha observado al Koeman más desorientado desde que llegó a Barcelona. Mejor que nadie, él sabe la posición de debilidad en la que está ante la directiva. La decepción que supuso el partido ante el Bayern y el pobre botín que son dos puntos contra el Granada y el Cádiz. Su posición de debilidad quedó bien clara con su aparición ante los medos el miércoles.

El Barça no regresó después del partido de Cádiz. Pernoctó en el hotel Playa Victoria de Málaga, un clásico de la Tacita de Plaza. Allí coincidió de manera obligada con el presidente. Joan Laporta ha estado un par de días por tierras andaluzas. De Palos de la Frontera, donde se encontró con las peñas, al Timón de Roche, donde coincidió con el ex presidente del Sevilla, José María del Nido. Este viernes trascenderán nuevos detalles del encuentro Koeman-Laporta si es que lo hubo. "Nos hemos saludado en el hotel; habrá tiempo para hablar si es que el club quiere", dijo el técnico después del partido. Otra demostración de la frialdad de la relación. Y de la asunción por parte del técnico de su posición de debilidad. Después del partido, Ramon Planes, secretario técnico, aseguró que Koeman se sentará en el banquillo ante el Levante. Pero deslizó un matiz: "Hay un partido en tres días". Como si el Barça estuviese marcando los tiempos de lo que todos consideran una inminente destitución.

Pero, antes de largar a Koeman, Laporta necesita tener un sustituto. Xavi es el favorito, pero su nombramiento significa admitir que el proyecto bueno era el de Víctor Font, que llevaba al de Terrassa como cabeza de cartel junto a Jordi Cruyff en su proyecto deportivo. Jordi ya está en el Barça... Laporta llegó a decir que veía todavía a Xavi en un proceso de aprendizaje, más para el filial que para el primer equipo. Por eso explora otras vías. La de Robert Martínez, y la de algún mediático, como Henry. Ofrecimientos para el banquillo del Barça siempre va a haber mil. Nadie hubiese pensado que Quique Setién sería un día entrenador del Barça. Por eso hay llamadas desde cualquier rincón del mundo. Pero, antes de ofrecer la cabeza de Koeman en bandeja de plata, Laporta tiene que tener atado a alguien creíble. Sustituir al héroe de Wembley no merece sólo un respeto. También un nombre de peso.


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