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Por si no se ha dado cuenta, la pelea entre el fiscal general, Alejandro Gertz Manero, y el jefe de la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda, Santiago Nieto, es a morir. Hay una parte que se da a periodicazos, como esta semana, donde sale un día con el diario amarranavajas Reforma, señalando que la Fiscalía General ignoró las denuncias de la UIF en contra de Ricardo Gallardo, que asumió la gubernatura de San Luis el lunes, y el miércoles, a través de la columna anónima de El Universal, Bajo Reserva, frenó la investigación contra Gloria Trevi y su esposo, a quien Nieto le había imputado el presunto delito de defraudación fiscal y lavado de dinero.

Este es un pleito de perros, ambos ejecutores de los deseos del Presidente Andrés Manuel López Obrador para perseguir a sus adversarios políticos y a quien se le cruce en su camino, donde van escalando a niveles insospechados. El 15 de septiembre pasado, Alonso Castillo Cuevas, sobrino de Gertz Manero, reveló que la persecución de su madre, su abuela que fue pareja de Federico, hermano del fiscal, y de su familia, obedece únicamente a un tema de dinero. El sobrino del fiscal, Alonso Castillo Cuevas, dijo que Gertz Manero utilizó a su hermano como prestanombres para ocultar ocho millones de pesos en Panamá, que quisiera recuperar.

La respuesta no esperó nada de tiempo. Gertz Manero reactivó una denuncia contra Nieto que formuló el ex director de Pemex, Emilio Lozoya, tras regresar a México en julio del año pasado, y que retomaba una anterior, durante el gobierno del ex presidente Enrique Peña Nieto, a finales de 2017 y ratificada en junio de 2018, donde lo acusaba de haber dado a conocer a la opinión pública -a través de su cuenta de Twitter-, información privada del caso Odebrecht, cuando era fiscal de Delitos Electorales.

Nieto le dio entrada a la denuncia de Castillo Cuevas, que se sabe pegó a Gertz Manero por debajo de la línea de flotación, porque la querella fue presentada en el área donde sí pueden averiguar si en efecto usó a su hermano de prestanombres para ocultar dinero en un paraíso fiscal. El nombre de Gertz Manero fue uno de los que emergieron en 2017 por una investigación del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación, llamada Panamá Papers, que lo vinculó a una empresa que operaba en las Islas Caimán, Jano Ltd., cuando era secretario de Seguridad en el gobierno de Vicente Fox. El actual fiscal negó el señalamiento y dijo que ni siquiera sabía de la existencia de esa empresa, que creó su hermano en 1995, y menos aún que lo hubiera asociado.

Gertz Manero, por su parte, descongeló la carpeta de investigación que se abrió con la primera denuncia de Lozoya, a la que no se le dio seguimiento. Cuando regresó Lozoya de España, mediante una negociación con el fiscal general para denunciar en rehilete a un grupo importante de políticos del PAN y del PRI para llevarlos a la cárcel a cambio de no pisarla él, abrió otra carpeta de investigación que, hasta hace menos de 15 días, tampoco había caminado.

Es el quid pro quo de los golpes entre los dos funcionarios, que no han dejado de tener conflicto a lo largo del sexenio. Gertz Manero se ha quejado de que Nieto, por quedar bien con el Presidente, presentaba denuncias que no podían ser judicializadas, mientras que el jefe de la Unidad de Inteligencia Financiera criticaba que el fiscal general no estuviera haciendo bien su trabajo. La relación entre los dos funcionarios se ha agravado, en buena parte porque quien mediaba entre ellos y establecía el puente de comunicación o de contención era Julio Scherer, como consejero jurídico de la Presidencia. La mano dura de Scherer hizo que ambos resintieran el control que ejercía, pero entendían que detrás de él se encontraba el Presidente y se replegaban.

Sin Scherer en medio, es un campo de batalla abierto donde pelean con todos los recursos a su alcance. El 1-2 de los últimos días, haberle dado entrada a la denuncia del sobrino de Gertz Manero por lo que podría configurarse como un delito grave, que entra en el campo de la delincuencia organizada, y la reactivación de la denuncia de Lozoya contra Nieto, que también implica una violación de leyes federales, ha puesto a ambos funcionarios sobre un tambor de dinamita con la mecha prendida.

No se sabe con precisión en dónde comenzó este conflicto, pero es público que Nieto ha acariciado hace tiempo terminar el sexenio como fiscal general. También es conocido el temperamento de Gertz Manero y la forma como actúa contra aquellos a los que no les tiene confianza o sospecha de que le son desleales. Los desencuentros han sido continuos y la conclusión de casos, en donde deberían de actuar de manera sincronizada para que se inicien procesos y eventualmente se logren sentencias, son menores de las que ambos, aunque se saboteen de manera recíproca, esperarían obtener. No hay avances porque son dos egos muy robustos en colisión.

Nadie sabe dónde va a terminar este pleito, pero quien resultará más afectado es el Presidente, porque este conflicto va a ralentizar sus necesidades políticas de mantener acorralada y atemorizada a la oposición. El creciente choque entre Gertz Manero y Nieto, que junto con Raquel Buenrostro en el SAT conforman la trilogía de terror del gobierno, deja expuesta la falta de control y gestión de Palacio Nacional.

Antes, cuando dos funcionarios cruciales en el gobierno chocaban, el Presidente los destituía a ambos. López Obrador funciona bajo otros parámetros, aunque la impasividad para frenarlos facilite que se desvíen de sus encomiendas.  El Presidente no actúa en este caso porque era tarea de Scherer, cuya salida de la Consejería Jurídica dejó atrofiada la operación política interna. Es momento para que el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, se despabile y apague el fuego.

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