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En cuatro días como presidente municipal, Pablo Lemus ha enviado varios mensajes y marcado la ruta de la relación con el gobernador Enrique Alfaro. Nada es personal, todo es político. Para tener el poder hay que ejercerlo y Lemus lo está haciendo. Quizá más rápido de lo que sus compañeros del partido naranja esperaban, pero nadie se puede llamar a sorpresa o engaño.

La política es un lenguaje de símbolos que se habla con gestos. En estos primeros días Pablo Lemus ha mandado ya varias señales al inquilino de Casa Jalisco. La primera, lo comentamos la semana pasada, fue quitarle al gobernador el control de la Policía de la ciudad. Ayer se concretó el golpe con el anuncio de la coordinación única de las policías de Guadalajara y Zapopan. Esta decisión, que si funciona será sin duda benéfica para los habitantes de ambos municipios, es mucho más que un asunto administrativo. Se trata de un golpe de timón que echa por tierra los discursos y políticas alfaristas de seguridad de los últimos seis años. Sin decirlo con palabras, las decisiones hablan del fracaso de las dos últimas administraciones municipales en materia de seguridad pública.

El segundo gran mensaje fue la placeada de Raúl Padilla durante las tomas de posesión tanto de Juan José Frangie como de Pablo Lemus. El licenciado no solo estuvo ahí, lo cual es en sí mismo un mensaje de que no le seguiría el juego al gobernador en su batalla contra la Universidad, sino que estuvo al lado de nuevo alcalde tapatío en el traslado de Zapopan a Guadalajara. Por el contrario, la distancia con el gobernador fue más que evidente.

El tercer golpe es quizá el más significativo: Lemus recortó 100 plazas en el DIF municipal que dijo eran de aviadores. Tras seis años de gobiernos y cuatro alcaldes (dos electos y dos interinos) de Movimiento Ciudadano en la capital del estado, esos aviadores no podían ser sino alfaristas, la herencia de las estructuras del partido naranja en la nómina de la ciudad.

Enrique Alfaro tendrá que aprender a convivir con un nuevo polo de poder. De cómo procese su relación con Lemus y Frangie depende en gran medida el cierre de su gestión

Acostumbrado a ser el líder único del movimiento alfarista en Jalisco, a tener la última palabra en todas las decisiones y ser el eje sobre el cual giraban todos los funcionarios y colaboradores, Enrique Alfaro tendrá que aprender a convivir con un nuevo polo de poder. De cómo procese su relación con Lemus y Frangie depende en gran medida el cierre de su gestión. Ahora sí que el mensaje de Lemus es el clásico “No eres tú, soy yo”. 

En tiempos de pandemia el amor político se practica con sana distancia. 

diego.petersen@informador.com.mx

Fuente: informador.mx