Hay que tener visión a medio plazo.

El inversor tiene que empezar a pensar en el mundo post COVID, dónde vamos a tener que convivir con el virus. Al respecto, vamos en los próximos tres años a un entorno de crecimiento económico coordinado.

Inflación alta hasta mediados de 2022

Ahora bien, hay desequilibrios. Hasta ahora, gran parte del aumento de la inflación se debe a distorsiones por cambio de comportamiento del consumidor, con un grupo limitado de artículos como automóviles usados y alojamientos vacacionales representando la mayoría de aumentos de precios los últimos meses, así como efecto de base. Pero lo que más preocupa en el mercado es que hemos pasado de inflación alta ligada a bienes relacionados con la pandemia, energía y fletes, aunque se están empezando a moderar, que han comenzado a filtrarse en los servicios. En EE.UU. en el pasado un 4 % de inflación anual es el máximo que sus mercados y economía han podido digerir. Además, si la historia se repite, el barril de petróleo a 90/100 dólares, 50 % por encima de su tendencia, puede desencadenar una recesión incluso si el consumo de petróleo actualmente solo supone 3 % del PIB.

Lo que está claro es que la economía se está ajustando al mundo post COVID y en invierno vamos a tener un precio de energía alto, aunque todavía no vemos inflación en salarios. En este estado de cosas es previsible inflación alta menos hasta mediados de 2022, entre 2 y 3%, si bien suficientemente controlada para que los bancos centrales sigan manteniendo sus programas monetarios.

Preocupa un error de política monetaria

De hecho, en esta recuperación, a pesar de una economía mucho más fuerte e inflación mucho más alta de lo previsto hace un año, el aumento de la rentabilidad a vencimiento de los bonos del gobierno ha sido mucho más moderado que en ciclos. Se debe principalmente a los bancos centrales, que han comprado gran cantidad de deuda gubernamental como medida de emergencia, comprometiéndose a mantener bajos los tipos de interés.

De todas formas, los bancos centrales, ante una recuperación económica mayor y aumento de riesgos de inflación, están considerando una reducción de compras de activos y, en algunos casos, aumentar los tipos de interés. De ahí que lo que más nos preocupa es un error de política monetaria si suben os tipos de interés antes de lo previsto, afectando al crecimiento económico.

Europa, finanzas, inmobiliario

El caso es que a corto plazo es difícil una visibilidad muy clara. Los sectores de renta variable más vulnerables son los orientados a crecimiento y los mayores beneficiarios los baratos ("valor"). Además, salud y servicios públicos tienden a aguantar bien la inflación.

De momento estamos más centrados en mercados desarrollados, Europa y EE. UU., que en emergentes. Europa muestra fortaleza con la reapertura económica y niveles de movilidad y consumo pre pandemia. Además, la Euro Zona cuenta con muchas acciones de valor y empresas con capacidad de imposición de precios, que se benefician de la reapertura. Ello incluye el sector financiero, que debe aprovechar el aumento de rentabilidad a vencimiento de los bonos, así como el sector inmobiliario. Además, sobre ponderamos renta variable suiza, que cuenta con acciones de calidad y tiende a comportarse bien en esta fase de ciclo alcista.

Estamos menos positivos respecto a Reino Unido y Europa ex Zona euro. Además, las acciones cíclicas se han quedado rezagadas respecto a las defensivas los últimos meses y esperamos que esta tendencia continúe. De manera que, a corto plazo, hemos reducido exposición a algunas cíclicas, principalmente en Japón, región que infra ponderamos.

Hay que tener visión a medio plazo

El caso es que hay que contemplar en un entorno de volatilidad y desequilibrios y tener cautela, con visión a dos a tres años.

En este sentido, dadas las ajustadas valoraciones actuales, sesgo de crecimiento de los principales índices de renta variable y una política monetaria rezagada respecto al ciclo económico, es probable que la rentabilidad de las acciones sea materialmente menor que en el pasado reciente.

De hecho, los beneficios estadounidenses están por encima de tendencia y se espera se sitúen 20 % por encima desde 2023, con márgenes empresariales en niveles insosteniblemente altos. Si la curva de rentabilidades a vencimiento de la deuda de EE. UU. se aplanase considerablemente en 2022, interesarían especialmente acciones fuera de EE. UU. y de valor, no en dólares, que en esa situación tiende a depreciarse. De hecho, el aumento de la rentabilidad de los bonos no ha sido históricamente negativo para los mercados de acciones. El mayor mercado alcista comenzó a principios de los años 80, cuando la Reserva Federal finalmente decidió que era hora de luchar contra la inflación mediante subidas de tipos de interés.

Asia sin Japón, atractiva estratégicamente

Ahora bien, es buen momento para ver oportunidades a medio plazo, lo que incluye Asia y China.

Los precios están ajustados en esta renta variable, pero los próximos cinco años la región puede crecer el doble de rápido que el resto del mundo, con menor inflación y aumento de beneficios del 8 al 10 %.  Además, la respuesta monetaria y fiscal de estas economías ha sido relativamente conservadora en la crisis Covid y cuentan con más margen de política monetaria. Sus monedas están infravaloradas y sus acciones cotizan a precios razonables respecto a previsiones de crecimiento. Por supuesto, hay muchos retos, pero pueden superarse con desarrollo tecnológico e innovación. Hay que tener en cuenta que Asia emergente representa casi 30 % del PIB mundial y los últimos diez años ha sido responsable de 70 % del crecimiento económico global. Pero su peso en los índices bursátiles y de renta fija no supera 7 % a 10 %.

Eso sí, hay que ser muy selectivo respecto a las empresas en qué invertir en la región.

Además, vemos oportunidades en de renta fija de mercados emergentes, sobre todo empresarial, con rentabilidades a vencimiento por encima del 4 % en compañías muy sólidas.

China, con oportunidades de entrada

Por su parte, en China va a desempeñar un papel estratégico en las carteras.

De momento los confinamientos, endurecimiento del crédito y reformas regulatorias y de mercado, han amortiguado su crecimiento y aumentado la incertidumbre empresarial. Un gran rompecabezas es por qué los hogares gastan tan poco y cómo hacer que gasten más. Su sector inmobiliario supone 20 a 24% del PIB y Evergrande, de los mayores promotores inmobiliarios, acumula el equivalente a 300.000 millones de dólares en deuda, con riesgo de impago. Al respecto, aunque no es previsible una solución a corto plazo, el Gobierno chino va a intentar hacer lo que sea necesario con herramientas fiscales y monetarias, crédito e inversión para una reestructuración de actores frágiles del sector y mitigar la desaceleración. De momento ha dado una orden clara de ir des apalancando estas compañías. Aunque estamos neutrales en renta variable China, es un mercado sobrevendido, con descuento de casi 30 % frente a las acciones globales.

Enfoque conservador

En cualquier estrategia de inversión de perfil de riesgo/rentabilidad predefinido es posible obtener una rentabilidad del 3 al 4 % mediante una gestión táctica capaz de aprovechar oportunidades. Es el caso de determinados fondos multiactivos conservadores, que facilitan replicar el perfil de la renta fija tradicional, con control del riesgo. Puede ser una opción para la parte conservadora de las carteras de inversores que quieren rentabilidades razonables y protección activa frente a volatilidad de los mercados.

Inversión ASG: mucho más sencillo

Por su parte la inversión con criterios ambientales, sociales y de gobernanza ayuda a la financiación de empresas con políticas responsables y sostenibles. Es una capa de gestión adicional de riesgo que permite invertir en empresas más sólidas. Ahora bien, la regulación va claramente va por detrás del mercado. El caso es que para el inversor es actualmente todo mucho más sencillo. Solo tiene que hablar con su entidad financiera o asesor y pedir una estrategia de inversión sostenible bajo Artículo 6, 8 o 9, “verde claro”, “verde medio” o “verde oscuro”, de menos a más sostenible según el Reglamento (UE) 2019/2088 de divulgaciones relacionadas con sostenibilidad.

Esta inversión va ser una parte estructural en las carteras. Eso sí, es para un horizonte temporal mínimo de tres a cinco años. La oportunidad es clara en renta variable, tanto relacionado con energías limpias como en muchos otros sectores. Entre los impulsores se encuentra el Pacto Verde Europeo, que incluye acción climática y Fondo de Recuperación de la UE para 2021-24.

Por otra parte, muchos inversores son escépticos respecto a los bonos “verdes”, porque ha sido difícil medir si lo recaudado se canaliza a proyectos ambientales. Pero lo importante es que la rentabilidad sea atractiva y el emisor sostenible. Algunas empresas de sólida trayectoria medioambiental han evitado emitir bonos verdes, pues se trata de un mercado reducido, de naturaleza especializada. Así que el mercado de bonos verdes ha estado relativamente concentrado, con más del 70% emitido por empresas financieras y de servicios públicos. De hecho, a veces es conveniente mirar más allá de la etiqueta verde y fijarse en la deuda convencional de una empresa verdaderamente respetuosa con el medio ambiente.

Fuente: cincodias.elpais.com