Era 1891, finales del siglo XIX y el gobernador Pedro Justo Berrío quería implementar ambiciosos cambios para modernizar el departamento. Impulsó la c...

Recordamos la historia de la institución que ha ayudado, de una u otra forma, a todos los que han pasado por una clínica en el departamento.

Era 1891, finales del siglo XIX y el gobernador Pedro Justo Berrío quería implementar ambiciosos cambios para modernizar el departamento. Impulsó la construcción del tren y también mejoró la educación haciendo que el Colegio del Estado, fundado por influencia del virreinato, se transformara en la Universidad de Antioquia, cuenta el profesor de la UPB, Reinaldo Spitalleta. Entre las carreras que empezaron se incluyó la Escuela de Medicina, que luego se llamaría Facultad y que este 6 de octubre cumple 150 años desde su fundación.

Primeros años

El primer pensum incluía asignaturas como anatomía, fisiología, patología, botánica... Duraba cuatro años, es decir, ocho semestres, unos cinco menos que en el actual.

Iniciaron clases en el claustro de San Ignacio, hoy Comfama, y realizaban prácticas en el Hospital San Juan de Dios y en el Cementerio de San Lorenzo, como cuenta el actual decano de la facultad, Carlos Alberto Palacio Acosta.

Una de las primeras fotografías médicas que se tomó en Antioquia, Lecciones de Anatomía (1892), de Melitón Rodríguez, referencia al cuadro de Rembrand con su mismo nombre y presenta una escena similar: un puñado de estudiantes examinando un cadáver destrozado en la mesa de madera, ninguno mira a la cámara, algunos están barbados, otros llevan bigote, solo uno sombrero, usan delantales de tela y traje por debajo.

La escena se presenta en un espacio abierto, en las bóvedas del cementerio, cuenta Palacio, quien reconoce que es una de sus fotografías favoritas porque muestra la evolución que ha tenido la escuela y la medicina del departamento.

Aunque estos no fueron la primera generación de estudiantes de medicina, es muy probable que los diecisiete alumnos con los que empezó la carrera, todos de Antioquia, recibieran la misma instrucción en un comienzo.

Según el libro Escuela de medicina de la U. de Antioquia ciencia y presencia en la historia 1871-2016 de Tiberio Álvarez Echeverri solo seis estudiantes lograron graduarse: Ramón Arango Arango, Tomás José Bernal Mejía, Jesús María Espinoza, Alejandro R. Fernández Avendaño, Julio Restrepo Arango y Francisco Velásquez.

La ciudad

Deténgase por un momento a considere qué era Medellín hace 150 años. La primera constitución en el país se había firmado hacía 50 años, la ciudad se convirtió en capital de Antioquia cinco años después y distaba de ser lo que es ahora.

Municipios como Envigado, Bello e Itagüí, que hoy parecen un anexo, eran pueblos lejanos, incluso Belén era un corregimiento, todavía distante y El Poblado solo era fincas.

La educación en el departamento tenía 70 años, explica Spitalleta, pero no cubría muchas áreas, por lo que aquellos interesados, y con capacidad monetaria para aprender, debían mudarse a ciudades como Bogotá o Popayán, o salir del país. Quienes ejercían la medicina eran extranjeros venidos de Francia, como menciona el libro de Álvarez.

Academia francesa

El primer modelo que se tomó para la escuela de medicina fue precisamente el francés, el más popular, dice Palacio, de ahí que muchos de los primeros egresados que buscaran especializarse viajaran a ese país.

La influencia francesa puede percibirse en la distribución de espacios: “Las construcciones hospitalarias tenían pabellones, unidos por galerías a un patio central, y salas de hospitalización de techo alto, aireadas y con capacidad para 30 camas”, dice el libro de Álvarez.

Además, cuenta Palacio, era una medicina reaccionaria, que se encargaba de detectar los síntomas de los pacientes para poder atenderlos.

Los médicos se convirtieron en una especie de magos que curaban las enfermedades por toda Antioquia y de esta forma se convirtieron en personas muy queridas en la sociedad y con buena paga, comenta Spitaletta. De esta forma estudiar medicina se convirtió en una de las carreras prestantes, como pasaba antes con los sacerdotes o los abogados.

Nueva sede

Hace 110 años, la ciudad estaba pasando por un momento de bonanza textil encabezada por la familia Echavarría y su Coltejer. En un acto de filantropía ellos crearon el Hospital de la Caridad, hoy San Vicente, y le regalaron unos terrenos aledaños para su expansión. Fue entonces cuando la universidad decide mudar la facultad para que estuviera cerca de los médicos, cuenta Palacio. Se compra el lote al hospital y se contratan los diseños a un arquitecto belga que había llegado a la ciudad, Agustín Goovarts, quien también diseñó el Palacio Nacional y el Palacio de la Cultura Rafael Uribe Uribe.

Su idea original eran cuatro bloques, uno en cada esquina, con un parque abierto en el centro. Sin embargo, solo hubo presupuesto para dos bloques, “los que llamamos históricos, porque son patrimonio arquitectónico y cultural del país” dice Palacio. Uno lleva el nombre, en conmemoración, de Manuel Uribe Ángel, uno de los promotores de la fundación de la facultad y de sus primeros docentes, y el otro hace homenaje a Andrés Posada Arango, maestro en la facultad en áreas de ciencias naturales, botánica y farmacia.

Academia estadounidense

El siguiente cambio en la infraestructura de la facultad fue en 1949 “cuando Ignacio Vélez Escobar, siendo decano, advierte que ya el espacio no es suficiente y construye lo que hoy llamamos el edificio central, que tiene un diseño diferente”, menos estético y más cercano a la academia de EE.UU.

Vélez entendió que era necesario renovar la educación y aprovechando una serie de becas y convenios logró enviar a varios profesores para que se formaran en EE.UU., en áreas básicas clínico quirúrgicas, divididas en departamentos en los que se profundizaba.

Nuevos departamentos

En 1942 entran las primeras tres mujeres a la facultad, solo una de ellas logró graduarse, Clara Glottman, quien luego consiguió una beca para especializarse como ginecóloga y endocrinóloga y regresó a ejercer como docente.

Un amigo personal y compañero suyo realizaría este mismo esquema, solo que se especializaría en Salud Pública: Héctor Abad Gómez.

Según cuenta su hijo, el escritor Héctor Abad Faciolince en El olvido que seremos y el libro Cien vidas para contar del periodista Juan José Hoyos, Abad Gómez fue una de las primeras personas que se preocupó por la salud pública.

Abad Gómez realizó los primeros estudios de las consecuencias del agua contaminada en el desarrollo de los niños de barrios marginales, comparándolos directamente con su hijo y exigiendo a gobernantes mejores condiciones.

Finalmente, Héctor Abad Gómez fue asesinado en 1987 y en conmemoración suya la Facultad Nacional de Salud Pública, que ayudó a fundar en 1964, lleva su nombre.

Facultades hijas

Salud Pública no fue la única hija de la Facultad de Medicina. “Allí nace la escuela de microbiología, odontología, además se forman los primeros esfuerzos en enfermería, instrumentación quirúrgica y nutrición y dietética”, comenta Palacio.

Así mismo, después de estar por 100 años como la única facultad de medicina en la ciudad, también es “el origen de otras en el país, porque fueron profesores que salieron de aquí quienes constituyeron las de Bolivariana y el Ces, por ejemplo. Incluso, la U. Industrial de Santander crea su facultad de medicina, que cumple 30 años, a partir de profesores y egresados nuestros”.

Universidad hoy

En 150 años de historia, la facultad ha protagonizado, con recursos, talento humano o investigaciones, grandes logros médicos en la ciudad y el país. Cuenta Palacio que “aquí se realizó la primera cesárea en Latinoamérica, el primer procedimiento quirúrgico en nuestra región y llegó la primera máquina de anestesia, que también fue la primera vez que se les aplicó a los pacientes.

Además, junto al hospital San Vicente se hizo el primer trasplante de riñón en Colombia, los primeros exámenes radiológicos y los primeros electrocardiográficos”.

La facultad no se detiene: cuenta con 46 especialidades quirúrgicas, trabaja en más de 120 proyectos de investigación, hay doctorado clínico, cuatro maestrías y un hospital digital para formar a las futuras generaciones

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fue el número de estudiantes que se graduaron en la primera generación.

Fuente: elcolombiano.com