ATLANTA -- El legado de Hank Aaron es visible por doquier en esta Serie Mundial.Su número 44 ha estado pintado en césped del jardín central del Truist Park durante toda la campaña. Y será apreciable por millones de televidentes el viernes por la noc

ATLANTA -- El legado de Hank Aaron es visible por doquier en esta Serie Mundial.

Su número 44 ha estado pintado en césped del jardín central del Truist Park durante toda la campaña. Y será apreciable por millones de televidentes el viernes por la noche, en el tercer juego de la Serie Mundial, entre los locales Bravos de Atlanta y los Astros de Houston.

Pero el impacto de Aaron, miembro del Salón de la Fama fallecido el 22 de enero, es mayor.

"Sus huellas están en toda esta serie", afirmó el manager de Houston, Dusty Baker.

Si no fuera por Aaron, quizá ni Baker ni su colega de Atlanta Brian Snitker ocuparían sus empleos actuales.

"Yo supongo que él ayudó a moldearnos a los dos. A Dusty como un joven pelotero y a mí como un joven manager y coach", dijo Snitker el jueves. "Fue muy útil tenerlo en nuestras carreras, lo sé, porque yo sabía que ambos amábamos a muerte a ese hombre por lo que hizo por nosotros".

Aaron fue responsable por convencer a Baker para que firmara con los Bravos como jardinero adolescente en 1967. Aaron, quien era entonces ya un astro, prometió a la madre de Baker que cuidaría de su hijo pequeño".

Cumplió la promesa. Y siempre siguió al pendiente, incluso después de que terminó la carrera de Baker como pelotero.

"Cuando conversábamos, probablemente no hablábamos tanto de béisbol", rememoró Baker el jueves. "Lo primero que me preguntaba era cómo estaba mi madre... Como dije, él hizo una promesa a mi mamá cuando yo tenía 18 años".

Baker tenía sólo 19 en 1968, cuando debutó en las mayores con Atlanta, frente a los Astros, que eran entonces un club de la Liga Nacional.

Como director de sucursales de los Bravos, Aaron trazó el camino para la larga carrera de Snitker como coach y piloto. Cuando quedó claro que Snitker no tenía futuro como cátcher o primera base, Aaron le ofreció una oportunidad de seguir en el béisbol como coach.

Snitker ha seguido en la organización como instructor, coach y manager a lo largo de 40 años, incluidos seis como piloto de Atlanta.

Baker, de 72 años, y Snitker, de 66, tratan de ganar su primer campeonato de una Serie Mundial. Cada uno siente la presencia de Aaron y desearía que su mentor estuviera orgulloso.

"Pienso en él todo el tiempo, especialmente en una serie como ésta", dijo Baker. "Siento mucho su presencia y la de mi papá".

Fuente: mlb.com