Los penales de Ecuador están en estado de excepción ante la sangrienta violencia desatada en su mayor prisión, unos hechos que relacionan con la lucha entre bandas del narcotráfico vinculadas a carteles mexicanos.

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"Los saldos al momento nos dicen que hay 116 fallecidos y cerca de 80 heridos. Todas son personas privadas de la libertad", informó el presidente Guillermo Lasso en su última rueda de prensa en Guayaquil, donde lideró un comité de seguridad para controlar la emergencia.

Lasso, que asumió el poder en mayo, consideró "lamentable que las cárceles se las pretenda convertir en un territorio de disputa del poder entre bandas delincuenciales". Ha declarado el estado de excepción en todo el sistema carcelario del país para tratar de tomar el control.

El exdirector del Servicio de Atención a Personas Privadas de Libertad, Fausto Cobo, explicó que el gobierno ecuatoriano enfrenta una “amenaza que tiene un poder igual o superior al propio Estado”.

Esa pérdida de control se evidencia en que los miembros de la fuerza pública deben ingresar con escudos y desarmados, mientras que en el interior de la cárcel les esperan reos con armas de grueso calibre. En el motín se usaron granadas y armas de fuego.

Cobo se negó a dar el nombre de las bandas en disputa para no hacer “una apología al delito y de quienes cometieron un sanguinario asesinato”.

Lucha por el control territorial dentro y fuera de la cárcel

Una disputa entre las bandas de “los choneros” y “los lobos” es lo que habría desatado el enfrentamiento en la Penitenciaría del Litoral, en Guayaquil. Una pelea por "el control territorial" dentro y fuera de las cárceles para dominar las actividades de narcotráfico, según explicó a la Agencia AP el exdirector de inteligencia militar y coronel Mario Pazmiño.

El sangriento amotinamiento evidencia, según Pazmiño, que “el crimen organizado transnacional ha permeado la estructura del Estado”, cuya gobernabilidad ha sido “trastocada por la injerencia de carteles internacionales como Sinaloa y Jalisco Nueva Generación”, que operan a través de bandas locales.

Esos dos carteles mexicanos se disputan el control de corredores y las redes de envío de cocaína por las costas ecuatorianas. Ecuador está situado entre Perú y Colombia, mayores productores de cocaína del mundo, y las bandas lo utilizan como tránsito para que la droga llegue a Estados Unidos y a Europa.

“Estas bandas conocen todo sobre el sistema carcelario y mueven la corrupción que impera en guías, directores y más (…) sino no hay otra explicación para que entren motosierras y fusiles. Los reos planifican motines simultáneos, porque saben que la capacidad de reacción y el número de personal desde el Gobierno para seguridad es bajo", explicó un exfuncionario de prisiones que pidió mantener el anonimato a La Hora.

Ecuador incautó entre enero y agosto de 2021 unas 116 toneladas de droga, en su mayoría cocaína, frente al récord de 128 toneladas de 2020.

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